Sigo sentado aquí en esta insignificante silla, sin razón alguna, viendo
como pasan y pasan los minutos, me indigna saber que no hago nada por
cambiar esta realidad, aún sabiendo que una palabra cambiaria todo, pero
lamentablemente esa palabra es ajena a mi vocabulario y es justo
aquella que siempre debes escuchar. Una vez más ver tus ojos evasivos como siempre desde aca, nunca sabré si es tu
costumbre descartar con facilidad a un idiota más, pero este que te
habla, no hace la diferencia al apreciar tu divina belleza y querer ser
participe de un agradable romance contigo, no interesa si el camino es largo y
sinuoso, por tí, este idiota correría descalzo y con los ojos cerrados
sin miedo, porque valdría mil veces la pena si es por tu cariño, no,
sería demaciado, más bien por ver tu sonrisa o escuchar tu voz, la cual
por cierto, ni toda la más increible música se atreve a compararse...
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