domingo, 6 de mayo de 2012

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Navego frágil, tan frágil, por aquella órbita de Zinn suspendido como el sonido de un acorde al aire, dando millones de vueltas sin sentir vahído alguno, al compás de una suave y ligera armonía de quebrantos que solo Psique puede justipreciar, hasta siento que puedo entablar un diálogo con la titán rojiza, que llora la ausencia de su libre albedrío hasta que muere sin más, dejando un diáfano socavón y al mismo tiempo un resplandor marrón que carcome todo a su alrededor, aún no me queda claro el encanto de este paisaje, que incomprenciblemente recorro con tal excitación que podría quedarme eternamente o almenos hasta sentir a la sombra vigilante que espera el mínimo descuido para arrebatarme el alma de un mordisco...

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