Hoy olvidé que hace diez días que terminó Marzo, y la penumbra era demaciado débil para ocultar mi ansiedad, aún sabiendo que ayer tenía que encarar lo que tanto perturbaba mi conciencia, inclusive, ya entre tanta niebla con sabor a nicotina, era tan normal ver como aquellas memorias seguían inconclusas sobre aquel escritorio que me vio madurar, y nunca tenía nada que reclamar ni reprochar. Es que la vida pasó a tener un sabor amarescente, aunque exagero como siempre, de hecho mi existencia sería una cama llena de Azaleas, si hubiera sabido como controlar mi autismo ante tanta gente hipócrita, aunque por otro lado, aún recuerdo esas eternas pero cautivantes conversaciones conmigo mismo, ya ni los cientos de libros que devoré me ofrecian tal confort.
Mi mano ya está arrugada y cansada de tanto trazar sueños utópicos, que nunca verán un haz de luz, es que no sé si por desidia o prejuicio, pero ojalá que tenga la fuerza suficiente para poder hacer un nudo bien hecho y me encantaría que no se apiade de mi languidez, que ya pesa tanto en mi cabeza.
Ya no tengo escuzas ni motivos para obviar este sentimiento, y recurrir a esa única estrella en ese cielo claroscuro para pedirle un consejo, estaría de más, no, mejor regresaré a dormir para que esta idea surja de nuevo mañana...
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