Ojalá pudiera regresar el tiempo atrás hasta aquel febrero, en que el sol desbordaba sensualidad con su cálido manto rojizo abrazando las tardes con intenso fervor mientras se desvanecia lenta y a la vez cobardemente, como si quisiera quedarse pero su despedida debía ofrecer con cual gracia admiraba los ojos de quien lo viera, mientras yo sentia una suave brisa humeda y en mis pies el pasto liso acariciandome las yemas de los dedos, yo inmovil como siempre intentando parecer sórdido, incluso indiferente, nada más alejado de la realidad...
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